Ilustradora, diseñadora y más cosas, Teresa Coll Sanmartín bromea matizando: «Casi ilustradora, casi diseñadora y más cosas, pero no muchas». Entre esas otras, escribe relatos breves, algunos de ellos publicados tras quedar finalista dos años consecutivos en el concurso Las Mujeres Cuentan (Consellería de Bienestar Social de la Generalitat Valenciana).

Es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Valencia, su ciudad. Intuitiva y nada “ortodoxa”, se decantó por estudiar H.ª del Arte, en lugar de Bellas Artes (tuvo un dilema en su momento), porque interesada en todos los aspectos que conforman el fenómeno artístico, pensó que era mejor seguir estudios reglados en lo que era la parte más teórica, y permanecer “libre” de clichés, pautas, tendencias, imposiciones, exámenes, etc., en lo que a la parte creativa se refería.

Tomada esa decisión, y casi simultáneamente, encontró un espacio totalmente opuesto a las sesudas clases de la Universidad en la academia de dibujo D’Art, del profesor Francisco Gallego, donde se manchaba con carboncillo por las tardes tras las clases de la Facultad y donde intentaba comprender si realmente ella tenía algo que decir con sus manos, con el ritmo de las líneas, con el color, con la luz…

Allí, siguiendo el ejemplo de su maestro, aprendió a tirar casi todo lo que hacía, a seguir buscando, a no ser autocomplaciente. Y también allí, fue invitada a reflexionar sobre el significado del Arte, sobre su sentido, sobre la belleza y lo contrario.

Como resultado de todo ese período de aprendizaje, ha ilustrado material didáctico, diseñado revistas, logos y carteles. Ha colaborado en un estudio de animación en 3D y trabajado en una tienda-taller de enmarcación de pintura y obra gráfica, que si bien no le ha dejado mucho tiempo para crear, sí la ha mantenido unida al mundo de la creatividad.

En el 2017, y por una feliz coincidencia, ilustra el poemario «La Boda Alada», de M.ª Rosa Serdio, y la aventura le resulta tan gratificante que la anima a continuar por ese camino. Para Abresueños, y con gran placer, ha ilustrado «Supernona y sus superpoderes» de la autora Carmen Gil.

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Obras:

SUPERNONA y sus superpoderes

De cómo se materializó Supernona en imágenes

Cuando Abresueños me envía el texto de Carmen Gil, lo leo varias veces. Dos, tres…, las suficientes para que se establezca una confianza (primordial) entre Supernona y yo. A continuación la voy visualizando: su capa rosa, su dulzura, su inconfundible calor de superabuela, su capacidad para resolver cualquier problema, su halo protector y su risa. ¡Ya tengo el retrato de Supernona!

A partir de ahí, veo en el texto dos partes esenciales.

En la primera destaca LA RISA de Supernona en un crescendo encantador que lo transforma todo (Carmen Gil crea una cadena de risas contagiosas muy simpática). Las ilustraciones, acordes a la actitud de Supernona, tienen un trazo desenfadado, colores dulces y cálidos, soles que simbolizan la luminosidad de la protagonista y, en conclusión, una alegría de la que participa hasta el más mínimo detalle.

En la segunda parte, la historia toma un tono algo dramático que Supernona, con el poder de SUS PALABRAS resolverá, sin embargo, fácilmente. En sintonía con ese dramatismo, las ilustraciones presentan un trazo más realista, proporciones «desproporcionadas» (casi expresionistas), nubes amenazantes y colores oscuros y fríos. Hasta las flores expresan tristeza.

Pero gracias a Supernona llega el feliz desenlace. Las imágenes vuelven a ser más distendidas y de colores más alegres.

El texto está salpicado de una estupenda colección de superlativos muy divertidos que, como se merecen, quedan todos agrupados en una ilustración.

También, aquí y allá, aparecen por el álbum unos «bichillos» que acompañan a los personajes principales sin apenas entrometerse en la historia. Es una pequeña licencia que me tomo. Un guiño que me gusta hacer a los «anónimos», a los «minúsculos».

Asimismo, la vitalidad que transmite el texto se traduce en las ilustraciones en forma de casas, soles y árboles que sonríen y se cogen de las manos, flores que están tristes o se alegran… Todo participa del cariño de Supernona y todo empatiza con lo que sucede en cada momento.

El trabajo está hecho en técnica mixta: acuarela, collage y digital.
No sigo ningún método concienzudamente «aprendido». Es más, soy muy impulsiva en mi proceder. En ocasiones, como no tengo paciencia ni para que los colores se sequen, el escáner acaba manchado de pintura. Lo importante, cuando estoy inmersa en el trabajo, es que la ilustración tome vida, que aparezca.
Por otra parte, aunque, como digo, no soy nada metódica, me gusta cuidar cada detalle e, igualmente, que todo tenga un sentido, que nada sobre. Necesito una visión de conjunto clara, armónica y coherente

Durante el proceso de edición, Alicia Muñoz Maroto me hace algunas sugerencias que agradezco y que enriquecen las ilustraciones, como una mayor presencia de soles y estrellas o la conversión de cierta ilustración de una página a ilustración de doble página. En cuanto a la cubierta, portadilla y guardas, la editorial se decanta porque sean elaboradas, casi en su totalidad, por una empresa dedicada a estos fines.

Olvidado el padecimiento que acompaña a la creación, ha sido un gran placer ilustrar este álbum. Ojalá os guste mucho. Doy las gracias a la editorial Abresueños, a Carmen Gil, a los lectores y, por supuesto, a las Supernonas del mundo entero.

Teresa Coll Sanmartín